jueves, 8 de septiembre de 2011

La recepción

"Miro tu rostro. Repito el gesto tan a menudo como la buena educación lo permite hacer (o eso me digo a mí mismo). Es hermoso.

Intuyo tu alma. Es elegante, complicada e inteligente.

Notas que te miro, pero quizás estés acostumbrada.
Te mantienes ocupada.

Me despido, casi en silencio.

Cuando el ascensor está a punto de cerrarse, me asomo por última vez...
Y tú haces lo mismo".

J.C.

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